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Esta tarde salí a pasear. Me gusta la sensación del viento en la cara porque me despeja. Hacía frío, pero no era desagradable. Caminando por la orilla del mar el agua se mostraba negra, muy inquieta. Era imposible adivinar nada bajo la superficie. Al poco tiempo, el cielo se había mimetizado con esa oscuridad.

Pensé en este clima del norte, siempre imprevisible, y me imaginé a Cristóbal Balenciaga en los inicios de su carrera inspirándose en esos cambios atmosféricos en su Getaria natal.

Las variaciones y sorpresas también salpican sus diseños, y aunque soy rendida admiradora de todo su trabajo, he llegado a la conclusión de que las piezas realizadas en color negro son mis preferidas. Excesivas y sobrias, ornamentadas y lisas, volumétricas y planas, sus creaciones brillan únicas gracias al “no color”.

La penumbra es también la protagonista de la exposición Ollar e pensar Balenciaga. Fotografías de Outumuro, que se puede ver hasta el 24 de junio en el Centro Cultural Novacaixagalicia de la compostelana Rúa do Vilar. La ausencia de luz directa, por motivos de conservación, incita a indagar y recrearse en la estructura, detalles y ejecución de los abrigos y vestidos cedidos por el Cristóbal Balenciaga Museoa para la exhibición.

Esta misma necesidad de interacción la ha conseguido el Manuel Outumuro a la hora de plasmar en fotografía algunos de los más memorables trabajos del maestro. El ourensano comentaba durante la inauguración de esta muestra que le había resultado complicado retratar unos diseños sin un cuerpo femenino que los sostuviera, algo inusual al dedicarse a la fotografía de moda.

También apuntó que monsieur Hubert de Givenchy, presidente de la Fundación Balenciaga, discípulo y amigo del modisto, lo felicitó asegurando que las fotografías hubieran recibido el visto bueno del guipuzcoano.

Personalmente, el resultado me parece brillante. Considero que encaja perfectamente en un montaje expositivo en el cual se potencia el papel activo del espectador dentro de un ambiente íntimo y de reflexión. En éste, el trabajo del diseñador se transforma en escultura atemporal, uno de los adjetivos más repetidos entre los visitantes al descubrir los productos de su genialidad.

Outumuro finalizó su intervención dirigiendo unas palabras a sus padres por haberle dejado dedicarse a lo que más le gustaba. Su trayectoria y la espléndida visión que nos ofrece de parte del legado del modisto de modistos son inspiradores. Así que me sumo a su agradecimiento.