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Sharon Stone, con falda de Vera Wang y camisa de GAP del que entonces era su marido, Phil Bronstein, en los Oscar de 1998
Otra cosa no, pero algo en lo que son auténticos maestros en Estados Unidos es en convertir cualquier acontecimiento en un espectáculo. Poco importa que se trate de la toma de posesión del presidente del país, de la final de la liga de fútbol o de un desfile de ropa interior femenina. Todo es susceptible de convertirse en show y, por supuesto, en negocio. Por esa capacidad y por otras cosas los admiro. Como ésa tan curiosa que resulta tan ajena a nuestra cultura. Sí, ésa por la cual si eres bueno en tu profesión no te juzgan por el lugar del que provienes o por si tienes un padrino al que puedan pedirle un favor a cambio, o peor, al que se lo deban.
De entre todos los espectáculos made in USA mi preferido es la fiesta que la industria del cine organiza en Hollywood cada mes de febrero. Hasta hace poco era en marzo, pero la adelantaron para sacarle mayor rentabilidad. El negocio es el negocio. Los Oscar, a pesar de que según dicen pierde espectadores cada con el paso de los años, continúan congregando a millones de personas ante el televisor.
Camila Alves, vestida de Kaufman Franco y acompañada de Matthew McConaughey en los Oscar de 2012
Es cierto que la ceremonia suele ser un tostón que dura demasiado, con actuaciones musicales normalmente muy aburridas, discursos interminables y continuos cortes publicitarios. Además, los mejores premios, a los actores principales, director y película se reservan para el final, así que es muy probable que si estás viendo la retransmisión desde España te de tiempo a intercalar pequeñas dosis de siesta.
Gwyneth Paltrow, posando en la alfombra roja del año pasado con un impecable diseño de Tom Ford
Sin embargo yo disfruto mucho del ritual de los Oscar, que no se ciñe al día de la gala. Para mí empieza cuando podemos empezar a ver las películas nominadas, normalmente a finales de diciembre y comienzos de enero. Este año todavía me quedan por ver Lincoln y El lado bueno de las cosas. Procuro haberlas visto todas antes del Día D porque así cuando premian la que no me gustó nada puedo hacer gestos de hooligan como cuando en los bares se escuchan los alaridos de los seguidores del equipo al que acaban de marcar un gol.
Nicole Kidman optó por un vestido de Balenciaga para la gala de 2008
Así que las he visto todas, llega la hora de cubrir la quiniela con mis amigos. Elegimos las principales categorías de nominados y cada uno apuesta por sus candidatos. Un año vas sobre seguro y otro parece que seleccionas a tus posibles premiados a boleo, porque en el fondo te parece una gran idea el dicho ése de que el que no arriesga no gana. Y te lanzas. Y siempre pierdes.
Penélope Cruz había comprado este magnífico Pierre Balmain vintage y eligió lucirlo en 2009, año en el que fue premiada como mejor actriz secundaria
Hace tiempo que no lo hacemos por culpa de los compromisos laborales, pero el siguiente paso era elegir dónde nos íbamos a reunir para ver la ceremonia. Nos gustaba elegir un bar, hacernos fuertes en una mesa con buena perspectiva de la pantalla de televisión, acopiar chucherías varias y pasarnos la madrugada comentando absolutamente hasta el último detalle de lo que se emitía.
Julia Roberts también rescató un diseño vintage de la casa Valentino para deslumbrar en 2001 y de paso recoger su estatuilla
Ahora, gracias a la tecnología comentamos todo a través de móvil. Y sigue siendo muy divertido. La única diferencia es que solemos retirarnos antes de que acabe el programa porque el deber nos llama y la cama, más. Pero eso también tiene algo de bueno, que la conversación continúa al día siguiente.
La firma Dior vistió a la surafricana Charlize Theron en 2006
Pero confesemos lo que de verdad nos gusta de los Oscar o de cualquier otra ceremonia de entrega de premios de cine, teatro o música. Lo fundamental, lo divertido, por lo que todos esperamos es el momento en el que la cadena que retransmite la gala de turno conecta media hora antes con la alfombra roja. Ahí es cuando sonríes y empiezas a afilar los colmillos. Ha llegado el momento. Cómodamente en el sofá te sientes con todo el derecho de criticar o alabar, según tu gusto, a los actores que desfilan y posan. Y eres feliz. ¿O no?
Sarah Jessica Parker eligió un Chanel alta costura para asistir al Kodak Theatre en 2008
Es en eventos como los Oscar cuando podemos ver algunos de los diseños de moda y joyería que previamente admiramos en las pasarelas. La alta costura viste la red carpet y cuenta con embajadoras realmente formidables como Cate Blanchett o Diane Kruger.
Diane Kruger, romántica con este Chanel alta costura en 2010
Cuentan que fue la genio italiana Elsa Schiaparelli quien en la primera mitad del siglo XX estableció la costumbre de ceder a las celebridades sus diseños para que los lucieran en estrenos de cine y eventos de relevancia social. Entre sus fieles devotas se encontraban actrices de gran carisma como la coruñesa María Casares, Mae West, Katharine Hepburn, Lauren Bacall o Marlene Dietrich, entre otras.
Cate Blanchett, a la que Tom Ford considera la mujer más elegante del mundo, eligió un Valentino para asistir a los Oscar de 2005
Y esa costumbre continúa arraigada entre las firmas de moda más exclusivas. Aquéllas que visten a las actrices ganadoras se anotan un tanto importante en publicidad y mayor serán sus ventas en cosmética, perfumería y complementos. No todas podemos comprar un vestido de tafetán vainilla de Valentino, pero sí podemos lucir el rojo perfecto que deja una barra de Chanel en nuestros labios.
Hilary Swank recogió en 2004 su premio de la Academia de Hollywood luciendo la espalda más sexy de toda la noche gracias al modelo de Guy Laroche
Y si el show business cinematográfico tiene su meca en Los Ángeles, está claro que en el buen gusto y saber hacer en la moda continúa arrasando Europa. Las mejores y más mediáticas actrices recurren año tras año a las casas de moda francesas e italianas, mayoritariamente, para lucir lo mejor posible sobre la alfombra roja más roja de todas las alfombras.
Michelle Williams vistió este modelo rojo de Louis Vuitton para la ceremonia de 2012
Qué razón tienes Amaramarena! Cómo nos gusta una alfombra roja! Nos pierde el coti antes, durante y tras la gala…Yo creo que me gusta por pura rabiosidad, porque lo más vintage que tendré colgado en mi armario son esos pantalones de cuando tenía unos cuantos(muchos)años y kilos(sigue sumando) menos, y que sé perfectamente que nunca me voy a volver a poner…jajja…pero eso también es ilusión y magia, no? Estoy segura de que cuando pusiste lo de hooligang te acordaste de mi reacción cuando Rusell Crowe le arrebató el Oscar a J.Bardem, o cuando se lo dieron a Pedrooooo y yo me desperté con los gritos y me volví a dormir cuando iba por la quinta Virgin of La Cabeza en sus agradecimientos…Sí que era divertido, sí, todo ese ritual, todas esas horas en las que se te acaban las consumiciones distintas que le puedes pedir al camarero… Pero es una noche super divertida…Cuántos recuerdos!!!No tenía ni idea de que la diseñadora de la langosta esa fue la pionera en el momento vestido, yo siempre me quedo con los detalles frikis, jajjaja. Espero otro post tras la gala, eh? o uno que englobe todas las galas, que estamos en temporada alta de awards,esto es un no parar!!! Un besito y a seguir así!!
Tienes toda la razón, Vane, esta temporada es una gozada con tanta alfombra roja. Dentro de dos fines de semana, la de los Goya. Cada vez que me acuerdo de la indignación que te pillaste con lode Crowe lloro de risa. La verdad es que las noches de los Oscar son de lo más divertidas. Tendríamos que repetir algún año. ¡Un besazo!