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Quedan poquitos días y aún no renunciamos a hacer nuestro examen de cartelera, hoy hablamos de «Lincoln» y «El lado bueno de las cosas». ¿Ya las habéis visto? Vamos a echarles un ojo con vosotros.

MEJOR ACTOR:  DANIEL DAY-LEWIS, POR «LINCOLN«

Daniel Day-Lewis es uno de mis actores preferidos. Ver su nombre en un cartel es un reclamo para mí. Sin embargo, raras veces lo puedes encontrar en cartelera. No entiendo por qué no le dan más papeles. Desprende pasión en todo lo que hace, se mimetiza perfectamente con el personaje y hace que olvides por completo que está actuando. En «Lincoln», su habilidad expresiva consigue comunicar muchas cosas sin pronunciar palabra y humaniza por completo al presidente de EEUU, haciendo terrenal esa figura histórica que ahora casi vemos desde el mito.

Con casi dos metros de altura y un sombrero de copa, Lincoln, en sus manos, es tierno, dulce y paternal, pero también imponente. Es el amigo que siempre te hace reír, pero también es uno de esos hombres que cuando habla, hace que se pare el mundo. Al igual que los filósofos, siempre tiene la metáfora perfecta que extrae de sus anécdotas, con la que abre caminos en la política, pero pese a su notable inteligencia, confiesa que nunca pudo estudiar. Es un valiente adelantado a su época por atreverse a defender la igualdad entre los hombres y la libertad cuando tiene todo en su contra y una guerra en medio, pero también está asustado, duda y camina solo, con sus pesados sentimientos a la espalda. Todo esto es lo que se percibe observando con cuidado. Es un mensaje silencioso que se cuela entre escenas con un gusto exquisito.

Como siempre, hay algún fallo de guión, pero Tony Kushner ya se disculpó por ello y la verdad es que ha hecho un trabajo impecable con Doris Kearns Goodwin, autora del libro en el que se basa la película, “Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln”.

Steven Spielberg nos muestra así, en una completa película de dos horas -aconsejo verla con el café recién tomado-, su pasión por los detalles, cuidando el lenguaje de la época y los extensos circunloquios de las clases altas, en contraste con el pueblo llano y los esclavos negros. Precisamente, dignifica a estos últimos haciendo que el espectador pueda comparar situaciones y palabras que no voy a desvelar, pero sí puedo decir que el miedo, reflejado de muchas maneras, está muy bien trabajado.

Además, me gusta la importancia que se le ha dado a la esposa de Lincoln, brillantemente interpretada por Sally Field, que demuestra el papel de las mujeres que gobiernan en la sombra –aún me parece que esta faceta se ve poco en la película, pero al menos sale. Con ella, además, se puede apreciar la trágica vida privada del matrimonio, relegada por los deberes del gobierno.

En medio, el genial retrato del Congreso: bipartidismo, insultos, corrupción, sobornos, intereses económicos y la prensa. El panorama no ha cambiado mucho, a no ser que ahora la genial dialéctica de entonces ha desaparecido. Precisamente en ese terreno destaca Tommy Lee Jones, en el papel del político Thaddeus Steven, uno de los líderes del sector radical republicano que da mucho que hablar con sus intervenciones. Pero la diferencia de mayor peso con respecto a la actualidad es que en aquel momento histórico había hombres que creían en los valores, eran pocos, pero los había, y estaban dispuestos a arriesgarlo todo por ellos.

El lado bueno de las cosas - Cartel

  • MEJOR ACTRIZ: JENNIFER LAWRENCE POR «EL LADO BUENO DE LAS COSAS»

Por el cartel uno bien podría imaginar que estamos ante la típica comedia romántica con los guapos de turno, pero con los veinte primeros minutos ya tenemos muchas señales de que algo no va bien, aunque solo sea por los gritos de Bradley Cooper.
No, no es una comedia. El director, David O. Russell nos plantea más bien un drama y una crítica mordaz a la sociedad del bienestar, esa que propugna que la felicidad consiste en tener a la pareja perfecta, la casa perfecta, el trabajo perfecto, el coche y el perro perfecto.

Los protagonistas, de hecho, son dos personas que creyeron tenerlo todo, hasta que se dieron cuenta de que la vida tenía otros planes y se volvieron locos, literalmente. Ahí es donde empieza la verdadera genialidad del argumento, cuando intentan superar sus trastornos y ves con ellos todo lo que sucede a su alrededor: las técnicas del psiquiatra, los efectos de la medicación, la necesidad de hacer deporte, los consejos de los amigos, el trato de la familia, el entorno laboral, las teorías del optimismo, etc. y compruebas que todos los que les rodean están tan mal o peor que ellos. Un mundo que habitualmente no sale en la gran pantalla, pero que existe y es más común de lo que parece.

Pese a todo, hay dos grandes mensajes de esperanza: puede que una persona no sea capaz de salir de su agujero por ella misma, pero sí que puede ayudar a otra a que salga del suyo y solo cuando uno acepta que nada puede ser perfecto, puede ser feliz. No os digo dónde están, pero os animo a que los busquéis.

Los protagonistas Bradley Cooper (Pat) y Jennifer Lawrence (Tiffany) están geniales. La evolución que hacen de sus personajes es muy natural, sobre todo ella. Por su parte, De Niro y Jacki Weaver (los padres de Pat) completan el cuadro, pero salen menos de lo que deberían a mi gusto, son papeles interesantes que necesitaban más cancha.

Por otro lado, el desarrollo de la trama, no me acaba de convencer, hay personajes que sobran y momentos que podrían dar muchísimo juego y que no se explotan de la forma adecuada. Me falta alguna risa que no se ha colocado y hay demasiada tensión, lo que puede llegar a cansar. Creo que se le ha dado más importancia a la película de la que se merece. Es una gran obra que no se ha sabido desenvolver bien. Veremos el resultado en los Oscar.