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Pablo Picasso y Olga Koklova

Pablo Picasso y Olga Koklova

“No creo que haya una mujer que pueda ser feliz con mi hijo”, María Picasso, madre de Pablo Picasso, a Olga Koklova, primera esposa del pintor.

La malagueña María Picasso advirtió a la bailarina Olga Koklova que el futuro junto a su hijo sería demasiado complicado. Y no se equivocaba en absoluto. Según sus biógrafos, ni una sola de las amantes y esposas del genio salió bien parada. Las engañó, las traicionó, les fue infiel, las vejó, las sometió a sus antojos y a casi todas las abandonó.

Dos se suicidarían con el paso de los años y otras nunca superaron la convivencia con él. A cambio, él les ofreció pasión y una personalidad magnética a la que era imposible resistirse. Nadie quedaba indiferente ante él. Egocéntrico, de inteligencia sublime, inseguro, supersticioso y trabajador incansable, varias mujeres, en el plano sentimental, y otros tantos hombres, en el plano laboral y de la amistad, revolotearon sin posibilidad de escapatoria alrededor de la luz que desprendía el mejor artista del siglo XX.

Pero como dice una amiga mía, Pablo Picasso fue único e irrepetible. E igual a él, dependiendo del grado de masoquismo que te apeteciera soportar, terminabas por permitirle ciertas licencias. Sin embargo, en el terreno de los mortales y del día a día es muy recomendable plantarse y decir basta cuando llegamos a un límite. Porque seamos sinceras, casi todas nos hemos encontrado con hombres que no nos convienen lo más mínimo. A algunos ya los ves venir antes de que doblen la esquina, pero otros se deshacen la piel de cordero a mitad del partido y entonces es cuando comienza el drama.

Fotograma de El diario de Bridget Jones. Sobreviviré

Fotograma de El diario de Bridget Jones. Sobreviviré

Los de la primera categoría suelen ser ligones a los que les da igual una u otra porque lo único que quieren es ir sumando medallitas a la colección, pasarlo bien, salir de caza nocturna al local de moda y no establecer ningún vínculo afectivo con las chicas. Desde hace unos años, su campo de actuación es más amplio porque han entrado en juego las redes sociales. Su oficina virtual está abierta las 24 horas y desde ellas se tramitan y planean cenas, salidas nocturnas, campañas de autopromoción con un kit de «todo incluido» (canciones, frases románticas de películas, piropos, etc.) o mensajitos al móvil subidos de tono que vayan allanando el camino para el objetivo final, que no es otro que llevarte a la cama.

Si nosotras decidimos tener cualquier tipo de encuentro íntimo con uno de estos profesionales de la seducción ya sabemos a lo que nos atenemos. Y, evidentemente, no reprochamos absolutamente nada. Suelen ser divertidos y, algunos, buenos amantes, aunque sólo sea por la práctica, porque ésa es su especialidad, a la que consagran sus horas de ocio. No te hablan del conflicto palestino-israelí, ni del último estreno de Carlos Saura, ni de la ONG con la que colaboran, ni de que han tenido una semana muy dura en el trabajo. Ni falta que hace. Ni a ti te interesa.

Don Draper

Don Draper es tan poco recomendable como el tabaco que fuma

Dentro de los ligones hay un subtipo, los aprendices de Julio Iglesias tripitidores, que ante su falta de habilidades no obtendrán nunca el carné oficial. A éstos hay que recordarles que no es necesario mentir. A pesar de la crisis, todas tenemos espejos y ordenadores en casa y sabemos que ni somos las más guapas, ni las más altas, ni las más delgadas, ni las más inteligentes, ni las más buenas. Conocemos la existencia de Heidi Klum, de Marie Curie y de la Madre Teresa de Calcuta.

Es innecesario decir cosas que no se piensan. No hace falta decir «te quiero» cuando no lo sientes; inventar que eres huérfano para dar pena o decir que eres alérgico al látex para no usar preservativo.

Sin embargo, hay otro gran grupo de hombres cuya toxicidad es mucho más nociva. Es un gran cajón de sastre en el que caben aquéllos que tienen pareja, pero están tan amargados en la relación que mantienen y son tan cobardes para ponerle fin que prefieren echarse una amante, que si no te andas con cuidado, puedes ser tú. Si tienes claro que sólo eres eso, perfecto. Serás la gran beneficiada.

Pero como albergues alguna esperanza de que iniciará contigo algo bonito y con futuro, estás perdida. Y lo sabes. Olvídate. Es mentira que está mal con su pareja y que tú le alegras la existencia; es mentira que esté en proceso de separación y por supuesto es mentira que ella le es infiel. Porque como dijo uno de cuyo nombre las que lo conocemos nos queremos olvidar: «Si yo dejo a mi novia por ti y luego tú me dejas a mí…». No hay más. ¿Lo entendéis?

Álvaro Muñoz Escassi

Escassi protagonizó un programa televisivo para buscar pareja

Huid tan rápido como podáis de los acomplejados, de los que no asumen sus miserias, de los que exudan sentimiento de inferioridad porque tendréis que tirar vosotras siempre de la relación y tenerlos entre algodones para que no se hagan ni un rasguño, además de que pretenderán que os sintáis tan desgraciadas como ellos. No me refiero a los que están preocupados porque les está empezando a faltar pelo o a salir un michelín. Nosotras también tenemos celulitis y compramos contorno de ojos para las primeras arrugas. Hablo de los que critican que y tus amigos hayáis ido a la universidad y, supuestamente, tengáis unos gustos más refinados, por ejemplo.

¿Y que me decís de los que se reencarnan en Cistóbal Colón? Sí, los que te descubren como si fueras un nuevo continente. Ésos que te dan a entender que son príncipes azules al rescate. ¿Al rescate de qué? Pues de todos aquellos hombres que nunca te valoraron, de la monotonía, de tu existencia incompleta porque no habías descubierto el amor, el amor de verdad, el que sólo ellos te ofrecerán… Son ésos que planifican lo que nunca cumplen y se echan al mar sin comprobar las cartas de navegación y en vez de llegar a la India atracan en América, mientras que tú, pies para qué os quiero, ya estás camino de Australia.

También nos encontramos con los chantajistas emocionales. Los que le dan la vuelta a la tortilla y nunca reconocen su culpa. Y además, harán todo lo posible para convertirse en víctimas, mostrarte su cara estudiada de cordero degollado y derramar lágrimas de cocodrilo si es necesario para resultar más creíbles. Que si no, no te ablandas. Que vas de chica dura por la vida. Que eres una autosuficiente. Creo que éstos son los que más pereza dan. Son como el sopor que te entra en pleno mes de agosto, con 40 grados a la sombra, después de una comida copiosa.

Jude Law

Jude Law fue infiel a su pareja con la niñera de sus hijos

He dejado a los más grimosos, por ser educada, para el final. Los que recurren al sexo de pago, en cualquiera de las modalidades que se os ocurran. Me resulta indiferente la edad, las circunstancias personales o las ganas que tengan de experimentar. Si no lo hacen aquí, cruzan un océano para ponerlo en práctica. Son chicos de 20, 30 ó 40 años, normales y corrientes. Los mismos que le prometen a su novia que al volver de ese tipo de viajes con sus amigos se casarán. Y de regalo de compromiso les traen una enfermedad venérea. Y ya sé que la mayoría de las ETS no son compradas y no vienen de la otra esquina del mundo. Soy consciente de que son gratis y que viven cerca de ti en quien menos te lo esperas.

Pero sabéis qué os digo. En ocasiones la culpa es nuestra porque nos empeñamos en intentar o seguir con una historia que no tiene ni pies ni cabeza, que no va a ningún lado. Uno de los defectos más grandes de las mujeres, desde mi punto de vista, es que pensamos que un hombre puede cambiar al estar con nosotras. Y eso es el mayor error que podemos cometer. Parte de culpa la tienen todas las películas románticas made in Hollywood en las que los hombres se reforman al lado de la mujer que aman. Porque por supuesto ellas siempre hacen lo correcto y tienden a la perfección y ellos son unos desastres mujeriegos hasta que las encuentran. Muy creíble todo. Creo que las personalidades no se modifican, sólo se adaptan a la otra persona cuando se establece una relación que nazca y se desarrolle desde la sinceridad.

Si un hombre fue infiel a su pareja contigo, ten claro que también te lo hará a ti y si en su naturaleza está intentar ligarse a todo lo que se le pone delante, así lo hará el resto de su vida. Decidir si nos adentramos o no en esos caminos es nuestro problema. Sólo depende de las ganas de marcha que tengamos al levantarnos.

Carlos y Diana

Lady Di denunció que en su matrimonio eran tres

Puedo prometer y prometo que cualquier parecido con la realidad es completamente verdadero. Lo que acabáis de leer nos ha sucedido a nuestro grupo de amigas o a personas que conocemos. Sí, ya sé que a veces el día a día supera a cualquier telefilme barato que se emite en televisión después de comer, pero como dice la canción, la vida es así, no la he inventado yo.

Lo sé, lo sé. Ahora estáis pensando de vosotras mismas: ¿cómo puedo tener un gusto tan exquisito para elegir zapatos y tan malo para fijarme en los hombres? Tranquilas, yo ya lo hice antes.