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Entrar en Ámsterdam es como abrir las páginas de un libro de cuentos, llena de canales, se ha construido sobre los caprichos del mar y el río IJ, con un complicado sistema de diques y un puerto en forma de hoja. Entre sus numerosos puentes curvados (más que en la propia Venecia), se reflejan preciosas casitas de ladrillo, con tejados a dos aguas y otras con gabletes (fachadas a nivel del techo ornamentadas) propias del siglo XVI y XVII. Hasta es posible admirar alguna de madera del XV –la casa de Begijnhof– o una muestra del gótico holandés.

Pero quizá lo que más llame la atención sea la ordenada y progresiva adaptación de la ciudad al paso del tiempo. Ese peculiar estilo se supo amoldar al Clasicismo del Palacio Real y el canal Keizersgracht, jugar con el lujo del siglo XVIII en el edificio Felix Meritis y el Neoestilo del XIX de la Magna Plaza o aceptar las enseñanzas del arquitecto Berlage y la Escuela de Ámsterdam con el Scheepvaartmuseum, un edificio que reproduce la proa de un barco.

También hubo huecos para el Funcionalismo, en el Museo de Van Gogh y la modernidad del siglo XX, que creó la comunidad Ijbur de islas artificiales o el NEMO, el museo de ciencias de Renzo Piano, con su gran fachada de cobre verde.

Todo se sirve aderezado además por montones de árboles y parques, miles de ciclistas, históricos cafés y sorprendentes cervecerías, lo que hace que pasear en Ámsterdam no sea una opción, sino una obligación y un placer para el viajero.

Además, para hacerlo más fácil, las calles de la ciudad están señalizadas creando siete circuitos de distintos colores, que puedes recorrer caminando o en bicicleta, para que no te pierdas lo más importante de cada barrio. El único que no está señalizado en la calle es el número 7, de Wallen.

Si vas a pasar sólo unos días en Ámsterdam, lo mejor es empezar por el encanto del Casco Medieval y visitar la Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva), del siglo XIV, donde tenían lugar las coronaciones de la monarquía flamenca. Después, caminando entre vestigios históricos, te encontrarás con el Amsterdams Historisch Museum, situado en un viejo orfanato municipal. Una parada interesante para comprender la evolución de esta gran y compleja ciudad.

Más adelante,  la Oude Kerk (Iglesia Antigua) te abrirá las puertas del contraste que ejerce el Barrio Rojo, lleno de prostitutas, con su esmerada arquitectura gótica. Desde allí y adentrándote en la calle Oudezijds Achterbugwal verás desfilar a chulos, borrachos y soldados del Ejército de Salvación que conviven en armonía.

Los escaparates de mujeres desnudas se alzan en una zona de estilo refinado y hortera a la vez, pero ante todo pacífica, entre coffeeshops, tugurios y sexshops.

Saltando al barrio de Nieuwmarkt, aterrizaremos en el Museo Het Rembrandthuis, del siglo XVII, que fue casa del propio Rembrandt cuando dirigía el mayor taller de pintura de Holanda. Su colección de aguafuertes es fantástica.

Al día siguiente, puedes visitar el barrio de Jordaan, que recibió a obreros y artesanos de todo el mundo. Como parte de ese legado, alberga tiendas que te harán perder el sentido, mercados al aire libre donde comprar queso, flores y especias y hofjes, grandes casas de benefactores para ancianos y viudas con frondosos jardines y preciosos patios. Tampoco te pierdas el Brouwersgracht, el canal más bonito de Ámsterdam.

En el cinturón de canales oriental te saldrán al paso numerosas boutiques y locales donde relajarte. Algo impactante, dado que es en esta zona donde está la casa refugio de Ana Frank. Para el que no lo sepa, esta era una joven judía que se ocultó con su familia de los nazis y relató su experiencia en un diario, que ahora forma parte de la literatura universal. Para visitarla es conveniente ir a primera o última hora debido a la masificación de turistas.

Continuando con nuestro paseo, nos adentraremos en el cinturón de canales meridional. Desde el café de Almacenes Metz tendrás una vista única del paisaje o, si lo prefieres, puedes visitar el Café Schiller y tomarte una cerveza rodeado de art decó. Además, la plaza Leidseplen es un buen lugar para disfrutar la ciudad de noche, repleta de pubs, discotecas, restaurantes y bares de ambiente.

Para el último día dejamos el viejo sur, de ambiente exclusivo y de origen industrial, en el que se sitúan varios museos. El más visitado es el de Van Gogh, donde podrás ver la evolución artística de este gran genio y algunos de sus objetos personales. Las colas aquí también son largas, así que mejor déjate caer a primera hora porque hay un número limitado de visitas.

Si te sobra tiempo, aprovecha el día en Plantage, islas orientales y muelles del este. Allí encontrarás el zoo más antiguo de Europa y el tercero más grande del mundo, el Artis Royal Zoo, con una impresionante zona de sabana africana y un gran acuario. Justo al lado, también tienes un rico museo botánico.

La zona al este de Plantage, llena de almacenes de mercancías, pertenecía a la Compañía de Indias Orientales (VOC), que fue uno de los pilares económicos de la ciudad en el siglo XVII. Ahora, rehabilitados para convertirlos en oficinas, viviendas, cafés y comercios, son conocidos como el Entrepotdok. Cerca, en Fuentkade podrás ver el único molino que queda del siglo XVIII de los cinco que había en esta zona y que se usa como vivienda particular.

Por otro lado, en las islas orientales tienes que visitar el museo de la navegación –Nederlands Scheepvaartmuseum, con las colecciones de objetos náuticos más completas del mundo, además de mapas con rutas marítimas, dibujos de combates navales, etc.

Y aún hay muchísimas sorpresas más, pero tendrás que descubrirlas por ti mismo. Ámsterdam te espera con los brazos abiertos.

Vuelo:

Aprovechando el enlace aéreo de Vueling A Coruña-Ámsterdam podemos volar ida y vuelta en septiembre por 100€ con tasas incluidas. Una vez que lleguemos a Holanda, aterrizaremos en el aeropuerto de Schiphol,  a 18Km de la capital. Desde allí, lo más conveniente es coger un tren para ir a la ciudad, el trayecto dura media hora y nos deja en pleno centro –Central Station (Pasan cada 15 minutos de día. A partir de medianoche, cada hora. Y el billete cuesta 3,80€)

Transporte: aunque hay más opciones, estas son las más rentables.

Alquilar una bici: para hacerlo te exigirán presentar el DNI y una tarjeta de crédito o realizar un depósito en efectivo. Con seguro, son más caras. Por día cobran entre 4 y 8€. Para poder subirlas a un transporte público se compra un abono aparte.

Tren, tranvía, autobús y metro:

Ov-chipkaart : tarjeta de transporte con chip, en nuestro caso, como turistas, mejor cogerla anónima y por tanto, también intercambiable. Cuesta un mínimo de 7,50€ para todos los medios, excepto para el tren, que es mayor y varía según el tipo de línea. A mayores,  la cargas con la cantidad que estimes conveniente. Con ella puedes pagar cualquier viaje en cualquier medio de transporte y se te descontará el importe de este, pero no te cobrarán por los transbordos que hagas.

GVB Day: esta tarjeta te permite coger el bus, el metro y el tranvía tantas veces como quieras pagando una cantidad fija por día. Un día cuesta 7,50€

Barco: hay un servicio de Canal Bus que ofrece varios circuitos entre Central Station y el Rijksmuseum. Un bono de un día cuesta 22€.

Alojamiento:

Hoteles: hay varios que ofrecen ofertas especiales.

B&B Ámsterdam: calidad, alojamiento y desayuno al mejor precio.

Albergues

Casas flotantes: puedes hacer vida perfectamente dentro de un barco.

Campings: en las afueras.