Libros de viejo

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Mi novio, Israel, suele leer sólo libros técnicos sobre telecomunicaciones y automatismos -temas que a mí me apasionan- y yo siempre busco en las librerías de viejo los clásicos de la literatura, a poder ser, en pasta dura, con decoraciones doradas. Una actividad que requiere de un tiempo que él sobrelleva como puede, con mucha paciencia, pese a que nunca me diga nada.

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«Se cuentan futuros felices»

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carpa

Un día, un hombre de barba blanca llegó a la ciudad, levantó una pequeña carpa en la que sólo cabían dos personas y puso un cartel fuera en el que se leía: «Se cuentan futuros felices».

Al principio la gente recelaba del extraño. «Otro timador», decían, pero la curiosidad rondaba todos los días por aquel lugar.

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Los duques, la plebe y el juez

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Juez Castro

El juez José Castro en los exteriores de los juzgados de Palma / Getty Images

Cuenta Gonzalo Suárez, en un reportaje publicado en El Mundo, que el juez José Castro estuvo las fechas que coinciden con las fiestas navideñas encerrado en su casa trabajando hasta 20 horas diarias para que por segunda vez no tiraran abajo el auto en el que ha imputado a la infanta Cristina por los supuestos «delitos fiscales y blanqueo de capitales«, por los que tendrá que prestar declaración el próximo día 8 de febrero.

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Aparentando I. Imbéciles de cena

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Imagen sacada de Kinfolk

Imagen de la revista Kinfolk

Es imposible reunir en una sola entrada todas las modalidades de aparentar que puede interpretar el ser humano occidental. Concretamente, el que vive en España. No voy a analizar a los de otras culturas porque si no esto parecería la Enciclopedia Británica. Empezar aparentando yo y decir que conozco a la perfección las sociedades surcoreana o camboyana y soltar que lo último de lo último en esos países es compartir amante bandido con tu amiga del alma, sin ir más lejos, no procede.

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Una segunda oportunidad

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"Sobran las palabras"

Eva (Julia Louis-Dreyfus Seinfeld) y Albert (Gandolfini Los Soprano) se conocen en una fiesta. Los dos están divorciados y sus hijas se irán ese año a la universidad, así que sienten el síndrome del nido vacío. Tirando de esta casualidad, acaban quedando.

En su primera cita se lo pasan muy bien, pero él es… un tanto gordito.

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Peggy Olson

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Mad menComo muchos, estoy enganchada a la serie de publicistas «Mad men«, en parte porque me permite ver cómo se ha desarrollado el mundo de la publicidad en los 60 y por otro lado, por seguir el crecimiento de una ciudad como Nueva York.

Aterrizamos en un lugar donde los hombres llevan corbata, camisa blanca, sombrero y traje y ellas, vestidos con faldas de vuelo, marcadas cinturas e insinuantes escotes. Ambos bebían y fumaban como carreteros, celebraban fiestas hasta en la oficina y pasaban la noche en pubs haciendo negocios.

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Miyazaki, no te vayas

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Hayao_MiyazakiEn septiembre me llevé un gran disgusto al leer que finalmente Hayao Miyazaki se jubilaba. Aunque lo entiendo, 72 añitos tiene el hombre. Ahora al frente quedará su socio Isao Takahata. Sólo espero que este no sea el final de la japonesa Studio Ghibli, donde todo se sigue dibujando a mano.

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Queridos Reyes Magos…

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Annette Bening

Ésta es la actitud

Las fiestas navideñas ni me van ni me vienen. Bueno, sinceramente, no me gustan mucho. Los postres típicos que se sirven no los como, prescendiría de casi todas las reuniones familiares, no soporto el paripé de las cenas de empresa, el señor de la barba blanca y traje rojo me parece un hortera y ni que decir tiene que sé, como vosotros, que la mayoría de estilismos de fin de año avergonzarán a hijos y nietos en el futuro.

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Con los pies descalzos

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Walt Whitman

Leí a Walt Whitman tarde, siguiendo la estela de Lorca. Hasta entonces no había conocido a nadie que celebrara la vida con tantas ganas en pleno siglo XIX. «Hojas de hierba» es mi libro de cabecera.

Whitman se ríe de las clases sociales, los intelectuales de postín y la iglesia católica, pero predica la igualdad entre seres humanos, desde las propias partículas que nos dan vida, como un milagro de Dios (trascendentalismo), pese al racismo que había en EEUU. Escribió el poema O Captain! My Captain! (¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!), recitado en la película «El club de los poetas muertos», en homenaje a Lincoln tras su asesinato.

Habla del sexo de forma natural. Somos libres desnudos en plena naturaleza, a la que adora y de la que formamos, según él, parte; cuando en esa época, que una mujer enseñara un tobillo era adrenalina pura.

Vivió su homosexualidad con muchas dificultades, pero en sus textos la defiende desde el mismo amor que todos sentimos y eso, viniendo de un padre simpatizante del puritanismo y alcohólico, una madre dominante e insatisfecha y unos hermanos con numerosos problemas, tiene mucho mérito.

Decía que el hombre nace siendo bueno, pero su entorno en aquel momento -la creación de industrias, el crecimiento de las ciudades, la burguesía…- lo corrompe. Sin embargo, la envidia, el dolor infundido a conciencia como castigo, el egoísmo… Todo lo horrible, lo acepta y lo recita con la misma fuerza, porque es el mundo en el que vive.

En la difícil depresión económica de mediados de siglo, fue impresor, periodista con mala fortuna, maestro y carpintero, también funcionario, pero lo echaron cuando publicó «Hojas de hierba», un libro considerado como «inmoral». También quiso ser editor, pero evidentemente eso tampoco resultó. Sólo cuando llegó al magisterio de Emerson obtuvo un reconocimiento por su trabajo, aunque después sería el padre de la poesía moderna del siglo XX.

En todas sus dificultades él aprendió a amarse a sí mismo y a todo lo que rodeaba.

Dar un paseo después de leer el poema «Érase un niño que se lanzaba a la aventura», no será el paseo de siempre. Buscadlo.

Gracias, Whitman.