En España tenemos la enorme suerte de no tener que camuflar los alimentos con salsas e inventos gastronómicos nada saludables. Nuestra materia prima es de tan alta calidad que habla por sí misma en el plato. Por eso, cuando en algún restaurante pido algún pescado y me lo presentan disfrazado entre capas de salsa o rebozados inverosímiles me pongo de mal humor porque está más que claro que no va a estar nada apetecible. Sólo pretenden ocultar que está insípido porque es congelado.
Hoy os traigo una forma de hacer la merluza muy fácil y cuyo resultado suele gustar a todo el mundo, incluso a los que no son muy amigos del pescado. A todos aquellos que no os gusta demasiado cocinar os recomiendo que uséis el horno. Es limpio y la comida se cocina prácticamente sola.
INGREDIENTES:
– Una merluza. Pedidle a vuestro pescadero que os la limpie y que os la trocee.
– Dos puñados de almejas. Si podéis conseguir almejas gallegas, mejor. Las comparaciones son odiosas, sí, pero en este caso necesarias. Y ya sabéis que ningún marisco aguanta comparaciones con el gallego.
– Una cebolla grande o dos medianas.
– Dos tomates.
– Harina de trigo.
– Vino blanco.
– Sal y aceite de oliva (si podéis, usad virgen)
PREPARACIÓN:
– En una sartén echad un buen chorro de aceite de oliva para pochar las cebollas y tomates bien troceados. Salad un poco la verdura para que suelte jugo y dejad que se vaya cocinando a fuego suave para que quede traspasada sin tostarla.
– Mientras se va haciendo la verdura, salad las rodajas de merluza y rebozadla en harina, quitando el exceso. En otra sartén, añadid un poco de aceite y dorad ligeramente las rodajas de merluza enharinadas.
– Calentad el horno, arriba y abajo, a 180 grados. Así que tengáis la verdura pochada, colocadla en una fuente que resista altas temperaturas a modo de cama para disponer encima el pescado.
– Una vez que tengáis la merluza colocada en la fuente, regadla con un buen chorro de vino blanco y metedla al horno. Una vez que el líquido de la fuente empiece a burbujear, en unos ocho minutos tenéis listo el pescado. Pero para aseguraros, comprobad con un tenedor si la textura es la deseada.
– Mientras el pescado está en el horno cocinándose, en una olla podéis poner un poco de agua mezclada con vino blanco para cocinar las almejas. Ponedlas en frío y una vez que el líquido rompa a hervir, las almejas se abrirán y estarán listas para retirar del fuego.
– Antes de que el pescado termine de cocinarse, agregad las almejas escurridas en la salsa de la fuente para que se empapen de ese sabor.
– En unos minutos tendréis un plato delicioso para disfrutar, que podéis acompañar de patatas fritas o de la guarnición que más os guste.
Ummmmmmm!!!!! me lo comía ahora mismito…que sean las ocho de la tarde no tiene ninguna importancia,jajajja, así de merienda me venía estupendo.. y ya si traes un postre de esos sin nada de chocolate que no me gustan nada…quedabas como una reina, eh? y yo con un final de jornada happy happy….
¡Jajajaja! Precisamente ahora mismimo me voy a la cocina a hornear un bizcocho. Ya os lo enseñaré… ¡Gracias por comentar! ¡Un besazo!